enero 14, 2019

Retos regulatorios frente a nuevas realidades: blockchain y criptomonedas

Publicaciones internas

En los últimos 5 años se ha producido un interés excepcional sobre las monedas virtuales (criptodivisas, cryptocurrencies, monedas crípticas), entre las más conocidas Bitcoin, Ether, Litecoin y Dogecoin.  Según expertos, en la actualidad existen más de 1800 distintas monedas virtuales que han creado adicionalmente plataformas de intercambio denominadas “exchanges.

La moneda virtual más conocida, sin duda alguna, es Bitcoin, que tiene menos de una década de existencia y ha generado tanto interés que en total, se habla de un valor superior a los $100 mil millones de dólares. De la misma manera Ether, creada bajo el concepto abstracto llamado “White Paper”, basada en sistema algorítmico descentralizado mutó a un activo negociable que se estima tiene un valor superior a los $20 mil millones de dólares. Sin lugar a duda, el valor de mercado de las criptodivisas ha sido variable durante los últimos 5 años, pero tuvieron su “boom” a partir del año 2016, con crecimientos inusuales a mediados del año 2017.

Por otro lado, un análisis comparativo interesante implica poner lado a lado el valor de una onza de oro frente al valor de una unidad de Bitcoin; según Bloomberg, en el año 2017, el valor del oro fue sobrepasado hasta en tres o cuatro veces por el valor del Bitcoin. Esto da cuentas, por un lado, la volatilidad de las monedas crípticas frente al valor de commodities como el oro que si bien tienen fluctuaciones se encuentran en rangos controlados. Esto plantea preguntarse cuán diferentes pueden ser estos commodities frente a las criptodivisas como concepto de depósitos de valor. En un primer acercamiento, por ejemplo, podríamos pensar que, por un lado, los commodities tienen altos costos transaccionales y costos de almacenamiento, alta inconveniencia en la división y, por otro lado, el suministro de los commodities es escaso y se podría decir fijo, es decir, existen fuentes limitadas. Por otro lado, las monedas virtuales como Bitcoin están basadas en un libro mayor de contabilidad (blockchain) que le permite estimar el tamaño de la red en función de las transacciones, precisamente, esta red está creciendo, lo que le permite aumentar la reserva de valor; adicionalmente la liquidez es generalmente conveniente, tanto porque los costos transaccionales son menores, así como por la facilidad para hacerlo en todo el mundo.

Ahora bien, precisamente la alta transaccionalidad que permiten las monedas virtuales y la facilidad con la que se pueden intercambiar dinero convencional (fiat) con estas criptodivisas, en plataformas (exchanges) que no se encuentran regulados, ha generado atención tanto de las autoridades como de criminales que ven en este campo un lugar de infinitas posibilidades para realizar crímenes transnacionales o para lavar el dinero proveniente de actividades ilícitas.

Para acceder al mercado de la moneda virtual, los inversores confían en las plataformas de negociación de activos virtuales o comúnmente conocidas como exchanges. Estas plataformas digitales, logran conectar compradores y vendedores de monedas virtuales, desempeñando funciones similares a las bolsas de valores tradicionales, los centros de negociación privados y los corredores de bolsa. Pero a diferencia de los jugadores tradicionales, las plataformas de comercio de activos virtuales ahora en operación no se han registrado bajo las leyes locales de valores o de commodities. Estas plataformas tampoco han implementado estándares comunes de seguridad, controles internos, protocolos de vigilancia del mercado, revelaciones u otras protecciones de los inversores y consumidores.

En consecuencia, los clientes de las plataformas de comercio de activos virtuales enfrentan riesgos significativos.  En los últimos años, los piratas informáticos (hackers) se han infiltrado en estos exchanges y han robado miles de millones de dólares de moneda virtual, dejando a los clientes con poco o ningún recurso. Los retrasos y las interrupciones en estas plataformas son comunes, lo que hace que los clientes no puedan retirar fondos en debido tiempo y sean susceptibles de pérdidas significativas debido a los precios volátiles.

Informes públicos realizados por el Fiscal General del estado de Nueva York, por ejemplo, han vinculado ciertas plataformas comerciales con prácticas engañosas y depredadoras, manipulación del mercado y abusos de información privilegiada. Las plataformas de negociación varían en la forma en que han respondido a estos riesgos. Algunos han tomado pasos significativos y concretos para mejorar la seguridad, confiabilidad y transparencia de sus operaciones, otros no lo han hecho. Mientras tanto, los clientes han tenido acceso limitado a la información necesaria para evaluar la seguridad y la imparcialidad fundamental de las plataformas, o para comparar entre ellas.

Todas estas consideraciones abren un debate intenso sobre la regulación, ya sea estatal o privada de las monedas virtuales y las plataformas de intercambio. Recordemos que todas las monedas virtuales se basan en la tecnología de blockchainsmart contracts, algoritmos que permiten que las transacciones no pasen por nodos centralizados, sino que, al ser totalmente descentralizadas no dependan de un nodo central, al contrario de las monedas de curso legal como el dólar americano o el euro que necesitan de entes centralizados para controlar su flujo y su transaccionalidad (banco central, sistema bancario). Precisamente, la falta de regulación de estas nuevas realidades trae preguntas relacionadas a la protección de los derechos de los usuarios de las monedas virtuales y de las plataformas de intercambio, a la prevención de delitos que puedan cometerse a través de estas nuevas tecnologías y a la erradicación de conductas y actividades perjudiciales al patrimonio privado y público, tanto de personas como de entidades estatales. El primer paso de las autoridades fue la prohibición total, pero parece que este acercamiento al problema no está dando los resultados esperados.

Consejo Editorial

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